Los Personajes

En este espacio poco a poco conocerás todos los personajes que conforman el mundo de Café y Martinis

ALANA

La belleza de Alana es como una brisa cálida en una ciudad fría


Cada vez que tengo una oportunidad, invento una excusa para ir a Londres. Esta vez era la semana de la moda y “necesitaba” ir para hacer una investigación para mi próxima novela. Ustedes dirán ¿Porqué Londres? ¿Por qué no Milán o Paris? Y yo le contestaré porque es Londres y saben que es mi musa.
Unos días antes de ir a Londres se me ocurrió la idea de llamar a Alana para entrevistarla y así ustedes conocieran un poco más de ella que lo que está escrito en las páginas de Café y Martinis
Primero les daré una mini ficha (por si no se recuerdan)

Nombre: Alana Caret
Altura: 1,75mts.
Color de piel: Morena
Color de ojos: Verdes
Color de cabello: Negro
Profesión: Diseñadora Gráfica
Hobbies: Trotar, yoga.
Trabaja en: COM Design

Nos reunimos en un restaurante en Waterloo, según ella su sitio favorito en toda Londres. Como ya cada una había almorzado decidimos solo instalarnos a tomar café… y bueno, un postre también (una de las ventajas de salir con Alana es que no es una mujer que vive en dieta, ella disfruta comer casi tanto como yo).
Decidí empezar con las preguntas formales. Entendía porque Kena se volvía loca, Alana podía hablar de mil cosas y nunca llegar al punto, otra característica en la que coincidimos.
HMH: ¿Qué hizo que vinieras a vivir a Londres?
AC: (Alana mordió su labio. Parecía que le cruzó un millón de pensamientos al mismo tiempo, pero solo se limitó a reír)La crisis de los 30.
HMH: No seas exagerada, ni siquiera tienes 30 años, no puedes tener una crisis ¿Qué fue lo que hizo realmente que te vinieras?
AC: (Tomó un sorbo de su café y suspiró como si se hubiese dado por vencida) Siempre amé Londres, cuando regresé a mi país sentí que no había terminado mi misión aquí, bueno, de verdad nunca me quise devolver… y quise huir. Cuando nada en tu vida funciona, ni profesional, ni emocionalmente tienes que dar un giro de 180 grados y yo lo hice.
HMH: Eres muy valiente, muchas mujeres a veces queremos hacer esos cambios radicales y no nos atrevemos.
AC: Imagínate mi grado de desesperación, no me podía ir peor. Aunque debo decir que al principio fue muy duro.
HMH: ¿Piensas regresar algún día a tu país?
AC: (Lanzó otro suspiro, esta vez de nostalgia) No creo, digo, sin duda iré de visita, por más que ame este país mi sangre latina a veces le da crisis de playa y no hay playas más hermosas que las de mi país. Yo me iría por dos meses a un intensivo de playas y de comida de mi mamá. Además (lanzó una sonrisita nerviosa) con todo lo que ha escuchado, a Ian le encantaría conocer mi país caótico como yo.
Ian, esta vez yo fui la que suspiré.
HMH: El Dios dorado…
AC: ¿Tú también? ¡Dios todo el mundo conoce el apodo! (volvió a lanzar la sonrisa de adolescente enamorada) Pero lo tiene muy bien puesto, a mi me encanta cuando lo llaman así.
HMH: ¿Qué tal? ¿Cómo te va con él? ¿Se porta bien?
AC: Creo que la que se porta mal soy yo (Risas) Creo que no estoy acostumbrada a esas relaciones “serias” y “estable”…
HMH: ¿Ni siquiera con el Dios Dorado?
AC: ¿Qué? Con Ian me caso de ser posible, me lanzaría una de Valentina y me le aparezco con el traje blanco en la puerta de su casa (Risas. De su parte y la mía) Pero a la vez la Alana rebelde le cuesta…
HMH: Pensé que era fácil… digo con él, todo parece fácil.
AC: ¡Lo es! La difícil soy yo. Y detesto aceptar que, como decimos en nuestro país, estoy babeada por él (su mirada se perdió por un segundo, pero por su expresión pude deducir que estaba pensando en el Dios de Hielo. Me miró) Pero sí, estoy babeada por él. (se encogió de hombros y sonrió) Y debo aceptar que él se ganó el cielo porque yo soy insufrible a veces.
(Las dos reímos)
HMH: Bien cambiemos el tema porque nos podríamos quedar toda la tarde hablando del Dios Dorado.
AC: (Sonrió nerviosa) Sí, cambiemos el tema. Yo podría hablar todo el día, todos los días de él y luego salir corriendo a besarlo.
HMH: Suertuda, no todas podemos hacer lo mismo.
AC: Te voy a decir como dice Agatha, “solo tienes que pedirlo”. (Reímos)
HMH: De eso quería hablarte, tus amigas… ¿Las extrañas o ya te has acostumbrado a hablar con ellas por video conferencias?
AC: Nunca, nunca me acostumbraré a estar lejos de ellas. Así pasen 10 años, así pasen 100. (Sus ojos se pusieron vidriosos. Sabía que no iba a llorar pero también sabía que Alana no podía dejar de sentirse nostálgica cuando hablaba de ellas). Imagínate. Ahora la bruja se va a casar y me encantaría estar a su lado organizando todo. Me encantaría escoger los colores de la boda, la decoración, me encantaría hacer lo mismo con cada una de mis amigas. Pero no todo es perfecto, mientras, debo dar gracias al universo todos los días por el internet.
HMH: Sí te entiendo, yo también tengo amigas lejos.
AC: Afortunadamente Kena y Agatha están más cerca y se me hace más fácil ir a Italia y ellas venir aquí. También sé que Vanessa es un corre caminos y eventualmente me va a llamar para que la pase recogiendo por el aeropuerto o me toca la puerta. Pero Pía en Seattle y Valen en Puerto la Cruz, es más difícil.
HMH: ¿Y por qué no coinciden en un punto equidistante?
AC: (otro suspiro) Sí eso lo hemos planeado, quizá nos encontramos todas en Puerto la Cruz, quizá no es equidistante pero es el punto que nos une a todas.
En ese segundo sonó un bip en el teléfono de Alana, ella lo miró y sonrió. Presentí que se había acabado nuestra conversación.
HMH: Sé que te tienes que ir pero solo te quiero preguntar un par de cosas… ¿Cómo está Kara?
AC: (Alana soltó una carcajada) Kara está loca y se encontró con uno más loco que ella. ¿Honestamente? Creo que van a terminar en el altar, nadie puede soportar a Kara más que Dean. Ese sí es un santo… ¿Cuál era tu otra pregunta?
HMH: Nathan…
AC: (Tomó un respiro profundo) Ufffff… Nathan es… ¿Recuerdas que te dije que para mí Londres, cuando regresé a mi país, era un tema inconcluso? Bueno, Nathan es eso para mí, es un tema inconcluso. No voy a decir que cerré el capitulo de ese libro pero está echado a un lado de mi escritorio con toda una enciclopedia de Dios de Hielo encima. Creo que lo de Nathan y yo nunca terminará porque nunca empezó. Es como un secreto a voces e Ian lo sabe y se encarga de tener el territorio demarcado. (sonrió) Y no puedo decir que eso no me gusta. (Alana miró su reloj)
HMH: ¿Ya te tienes que ir?
AC: Sí (suspiró) Lennart está en la ciudad y organizamos una cena. Ya vez soy toda una mujer adulta que prepara cenas y esas cosas (rió)
HMH: ¿Crees que nos podamos reunir nuevamente para seguir conversando?
AC: ¡Por supuesto! Cuando quieras nos sentamos a conversar otra vez. Siempre es bueno conversar con una compatriota, me siento más cerca de mi país.
HMH: ¡Vale! Entonces quedamos para otro momento (Alana sonrió y me dio un beso en cada mejilla) Saluda al Dios de Hielo por mí.
AC: ¡Oh! Seguro lo haré, si es posible dos veces esta noche (soltó una carcajada y yo me morí de la envidia)
Como si nada se levantó de la silla y mientras se marchaba, volteó.
AC: Quizá la próxima reunión puede ser con Kara para que te rías un poco y así la conoces. (me guiñó un ojo y siguió su camino)
Sin ocultar en su caminar que ciertamente tenía sangre latina en sus caderas, Alana me dejó con una gran sonrisa en mis labios y con la esperanza de conocer un poco más su mundo).
Tomé mi último sorbo de café pagué la cuenta y me fui caminando hasta el London Eye, uno de mis sitios favoritos de mi ciudad preferida.

Por esta foto entiendo porque el Dios de Hielo esta loco por esta mujer

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